Las empresas y organizaciones se mueven entornos cambiantes, inciertos, complejos y la ambiguos, y para ello requieren adaptarse para ser más productivos y agregar valor a sí mismas y a la sociedad. Para ello deben concientizar que las personas son lo más importante, junto con el saber ser equipo, generar sinergias y sumar cualidades. Para ello, toda organización debe saber cómo mantener, motivar y atraer a los más capacitados o a los mejores hacia sus filas; cómo lograr un alto sentido de pertenencia y seguridad entre sus miembros; cómo mejorar las relaciones y la comunicación; cómo integrarse y elevar su desempeño; entre otros. Para lograrlo, las organizaciones con mayor éxito son aquellas que conocen el potencial de sus equipos de trabajo, y saben que uno de los elementos o factores de mayor impacto organizacional hacia la excelencia es la existencia de verdaderos Equipos de Alto Desempeño.

Es por esto que constantemente buscan el máximo desarrollo de su personal, para que se conviertan en equipos cohesionados, motivados, colaborativos y que puedan ver la realidad con otros ojos, aprendiendo de sus propias experiencias para ser más efectivos.

Todo ello y más justifica la conformación y desarrollo de equipos de alto rendimiento o desempeño, que están conformados por personas de amplia formación, con elevada motivación y que cuentan con experiencias, saberes, habilidades desarrolladas y están enfocadas al éxito. Estos equipos representan un valor agregado y un capital humano importante para toda organización de vanguardia, que desee mantenerse vigente en los mercados globalizados.